Sola apuesta por una arquitectura que potencie las características del lugar, o contribuya a mejorarlo, no como ocurre a su parecer en la Expo de Zaragoza, que no aprovecha para mejorar la ciudad (en ese caso integración con el río Ebro).

          solá se refiere, a que hay que definir cada detalle, todo por una causa, y que a parte de pensar a nivel general,hay que definir las cosas, pero a ser posible ir pensándolas antes del proyecto, no una vez planteado intentar resolverlas (sería un obstáculo), sino que esos detalles serán parte del proceso proyectual, serán el porqué y para qué del todo.

         Luego está la magia de la arquitectura. Esto de en los espacios que no tienen el fin para el que fueron concebidos, no por desuso reciente, sino por el paso de la historia, e integrarlos en el entorno en todos los ámbitos, y así proteger la memoria histórica (sin voluntad prejuicios ni maldades ni mucho menos), es algo que solo nuestro trabajo puede conseguir, y realmente emociona, que es de lo que se trata la creación de espacios para Manuel de Solà. 

Lo de las esquinas, es un ejemplo de lugar especial en la ciudad. Es intersección, y ello implica acción, foco; no simplemente transició y olvido. Resulta interesante ver cómo lugares hechos para algún fin, se convierten parcialmente en lugares para otro uso. Son lugares que abren posibilidades. (lo de las reuniones en gasolinera es bastante ingenioso y sugerente, imagino estar de viaje y pararme para, aparte de estar con la familia con la que puedo llevar horas de camino, incluso días, despejarme y verse otra gente, conocerla...).

Y todo tan detallado, visto desde el que usa el espacio, ese ojo humano, y no solo ojo, sino pies, manos... percibiendo todo como espacios bellos y con sentido. Con la voluntad del arquitecto. Y es así, con el tiempo y estudio que requieren los proyectos (la ciudad no se puede valorar si no pasa mucho tiempo, puesto que hay que construirla, y asimilarla con la experiencia).