Aún a estas alturas a la gente le cuesta aceptar la arquitectura moderna ya sea porque no la comprenda o por que no tengan costumbre de verla, creando desconexiones para el ojo que no la entiende o de la mano del arquitecto que no sabe actuar con esa materia en un determinado lugar. Un claro ejemplo es el edificio de Siza en Granada que estando en un punto tan concurrido puede pasar desapercibido o en su mayoría una no acptación por los habitantes.

 Se pueden diferenciar dos tipos de ciudades: las naturales y las artificiales ( que se pueden calificar de ser un fracaso) que se generan como si fueran un arbol.

Las ciudades naturales han sido creadas por y para nosotros, donde las funciones están entrelazadas y unas dependen de las otras, todo está unificado. Sin embargo, en las ciudades artificiales solo algunas funciones (muy pocas) dependen de las otras quedandose muy aisladas, por una parte queda más ordenado pero funciona de peor manera estando en ciertas horas unos sitios muy concurridos y otrso casi vacios cosa que en las ciudades naturales no pasa. 

Al igual que textos anteriores se reveindica la unión de la ciudad en su conjunto, el no ir creando espacios autónomos sin conexión con el resto de la ciudad. Miraremos hacia el pasado donde podemos encontrar las mejores referencias, ser flexibles para futuros cambios y usos. Lo demasiado planificado y ordenado puede resultar aburrido y menos funcional que ciertas ciudades que han crecido de forma espontánea.