Este texto es quizás uno de los más difícil de comentar puesto que se trata de una descripción, pero nos enseña mucho. En el habla de la isla de utopía, una isla que ha sido capaz de romper las leyes de la geografía. Una isla perfecta aunque con sus accidentes geográficos en los que sabe adaptarse perfectamente. Ha jugado con su distribución hasta conseguir una organización perfecta. 

Una isla completamente autosuficiente e independiente que hoy en día es imposible. Aunque con nuestro productos podríamos abastecernos de por vida, la gente tiene gustos y le gusta cambiar, incluso siempre la misma dieta debe ser enfermizo. Aunque haya países que pueden abastecerse hay muchos que no debido a sus condiciones climáticas, sociales o económicas.  

El texto habla de que se dedican a la agricultura la mayoría de la población, trabajo del que hoy en día huye la mayoría. Es una sociedad del trabajo perfecta y como indica el nombre, utópica. Y la pregunta es ¿sería eso posible?, trabajar solo durante dos años y no tener que pagar por nada que necesitemos. Quizás si seria posible pero no en este mundo. Los utopianos tenía solo lo básico para vivir y nada era más necesario.  Ahora vivimos en una sociedad consumista en la que no podemos vivir sin tener todo lo nuevo o que tiene nuestro vecino.  

Lo mismo ocurre con lo que habla de la propiedad privada. Esto me recuerda al debate que hicimos sobre el control y no control ya que la propiedad privada es una forma de control, control sobre lo que nos pertenece. En el debate defendía el no control. Comenté que el control solo genera más control. Cuando una persona rompe una ley, sobrepasa ese control, la solución aunque no sea la correcta, es aumentar el control y así sucesivamente. De forma que el control se convierte en pequeñas capas que nos rodean y que al final todas juntas producen un gran muro que nos encierra, nos aprisiona. Acabamos siendo prisioneros de nuestro propio control. 

Por ultimo el libro si que comenta una idea completamente cierta y es que el urbanista no puede crear una ciudad entera. Esto ya lo hemos visto en otros textos como La ciudad no es un árbol, con las ciudades artificiales. Somos nosotros y el tiempo los que podemos hacer crecer la ciudad. Si la ciudad es un ser vivo no puedes crearla entera de principio a fin, en algún momento tendría que crecer y dejaría de encajar el perfecto plan con el que se creo. Ese plan deja de ser útil. El verdadero plan es el del tiempo y la experiencia.