Partamos de la base de que no tenemos, o no queremos tener, un concepto universal de ciudad. A lo largo de la historia se la ha descrito de muchas formas, dependiendo en la mayoría de los casos de la organización socio política de la época. Algunas definiciones se alejan un poco encaminándose a una explicación más humana, como la de Ortega y Gasset. Pero si tuviésemos que diferenciar la ciudad, partiendo del uso que sus ciudadanos dan de esta, se podría diferenciar entre ciudad exterior y ciudad interior. Y esta distinción no es arbitraria, si no que bebe de la cultura latina que cimienta la forma de vivir actual. De ahí que el concepto griego de ágora, plaza pública donde conversar, señale las líneas principales de la ciudad exterior, donde los ciudadanos priman las relaciones sociales a la introversión.

Sin embargo, desde el punto de vista anglosajón, la ciudad interior defiende una forma de vivir más privada, donde las casas son los puntos de relación interpersonal. Por tanto, una sociedad más cerrada en sí misma.

En un punto intermedio, aunque más próximo al estilo anglosajón por su herencia histórica, está EEUU. Las primeras ciudades de la colonización inglesa nacen como poblados de casas independientes con plazas en medio. Pero no son plazas con un carácter social si no como oasis de la naturaleza que ha sido urbanizada.

En el mundo árabe, las casas se cierran al interior gracias a la sobriedad de sus fachadas. Es ahí donde la ciudad civil cobra valor a una escala más reducida, la de los patios. Se podría decir que la esencia del ágora se refleja en el interior de cada uno de los inmuebles, promoviendo la interacción social entre las familias. Es, por ende, una mezcla de ambas formas de ciudad pero con una inversión.

En la actualidad nos encontramos frente al problema de las ciudades sin almas, grandes aglomeraciones de casas que se extienden más allá donde alcanza la vista. Ciudades basadas en la producción industrial, donde el common ha dado paso al trabajo intensivo. Donde la cuadrícula de inspiración romana ha dado a la cuadrícula de práctica especulación.