Nuestra experiencia comenzó a primera hora de clase en quinto de primaria. Tenemos que decir que el personal docente nos ignoró bastante en el primer momento y tuvimos que ir varias veces al colegio y llamar por teléfono hasta que al final nos concedieron un día para ir.

En un principio estábamos algo preocupados por la reacción que tendrían o por el interés que iban a prestarnos que era lo que más nos importaba para poder hacer bien la encuesta. La profesora que había en ese momento nos ayudó bastante y también hizo que la clase se hiciera más fluida.

Por otra parte, una cosa que queríamos era hacer el ejercicio más dinámico con dibujos en la pizarra e invitando a los niños a participar y la verdad es que se notó mucho el entusiasmo que ponían en hacer bien las encuestas, ya que el tema de su colegio y de los parques les interesaba mucho. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un colegio muy nuevo que también se ubica en una zona periférica de la ciudad con una gran cantidad de espacios desaprovechados y muy anónimos. Digamos que estamos en una especie de pequeña ciudad que fue pensada sin tener en cuenta a las personas que iban a vivir en ella y menos a los niños que se quejan de no tener suficiente espacio para jugar.

Por ello la parte que más les gustó fue la de dibujar su paseo ideal para ir al colegio. Tantos los que estaban acostumbrados a ir en bici, andando o en coche coincidían en que les gustaría ir a un colegio rodeado de animales o llegar aterrizando en un helicóptero e incluso en coches de carreras.

Una cosa nos quedó clara, y es que los niños saben lo que quieren para su ciudad y su colegio y muchas veces, desgraciadamente las ciudades se les quedan pequeñas. Solo cuando los niños no tengan que imaginar el camino a su colegio será cuando realmente las ciudades sean como deben ser. Ciudades y colegios hechos por niños y para niños.