Con más frecuencia de la que nos gustaría encontramos arquitecturas que no encajan en el lugar en el que están. Esto se debe a que han construido sin valorar los factores que plantea el territorio, sin entender el lugar, esperando que sean los habitantes los que se adapten a lo que el arquitecto haga. Pero esta forma de pensar es errónea, se debe relacionar y entender para poder planificar. Así nos lo cuenta Lynch, afirma que se trata de un proceso en el que se avanza probando y equivocándose.

La nueva ciudad que se busca pretende ser respetuosa y armoniosa con el medioambiente. El dilema es ¿cómo actuamos para conseguir este propósito? Y como dice Lynch el camino no es otro que un sistema de ensayo, de probar y arriesgarse teniendo en cuenta la relación, la planificación y el entendimiento del lugar.