Se describe una sociedad perfecta habitando esta isla. No hay lugar para tragedias. Esta sociedad además es capaz de ejecutar el urbanismo perfecto, de ciudades iguales, matizadas tan sólo por la orografía, cuadradas y equidistantes unas de otras.

 Las ciudades nacen emplazamientos que cumplen ciertos requisitos: presencia de agua, de tierra fértil, fácilmente defendibles, etc.  Así pues solo en entornos ideales esta cualidad de las ciudades, la equidistancia, se preservaría.

Aun así en algunos entornos se ve como es plausible el cumplimiento de ese requisito: los asentamientos del Marquesado del Zenete se sitúan entre sí a la distancia la cual es capaz de recorrer diariamente un mercader de época andalusí. El ejemplo aquí expuesto muestra cómo se alcanza una cualidad que Tomas Moro muestra como ideal en una ciudad a través de una via paralela. No es el motivo por sí mismo el que las ciudades se encuentren equidistantes, sino una necesidad que proviene del ámbito social-cultural la que condiciona esta disposición de los asentamientos. Se alcanza así la utopía con la que soñaba Moro por medio de la necesidad.

Este razonamiento previamente expuesto nos lleva a pensar sobre el planteamiento de utopías, sueños, sociedades imaginarias y lo contrario a ello, la realidad que uno se encuentra al mirar alrededor y observar. A veces la  historia y la tradición llevan recurriendo a soluciones utópicas desde mucho antes de que fueran planteadas como revolucionarias desde ámbitos ajenos a ellas.

Referencia imagen portada: http://senderosdelmarquesado.blogspot.com.es/2012/03/sendero-el-ferrocarril-minero-el-cable.html