Cada elemento, por pequeño que sea, modifica la ciudad, nuestra percepción de ella, y nuestro sentimiento. De Solá-Morales mantiene que la buena arquitectura es la que reflexiona sobre cada material, cada ventana, cada puerta, sobre su entorno, ya que sólo pensando la arquitectura como algo pequeño dentro de un conjunto se hace buena arquitectura.

Creo que la propuesta del “antipremio” es excesiva en el sentido de que, feo o no, un edificio pertenece a la ciudad, la ha modificado, y ha influido en su entorno. Eliminar una pieza de la ciudad no implica que vaya a mejorar. Tampoco creo que por ser un arquitecto de fama y hacer grandes construcciones icónicas estos edificios no puedan ser buena arquitectura.

Otro punto interesante es su pensamiento de que el espacio público ha caído en desuso y hay que recuperarlo, hay que convertirlo en un lazo de unión entre las personas. En la calle se hace vida, en un portal, en una pequeña plaza…hay que potenciar nuevos modelos de creación y modificación de los espacios públicos para que sirvan como deben a los habitantes.