El nombre de este mirador proviene de la antigua mezquita de Almanzora que se levantaba justo donde hoy se encuentra la iglesia de Santa Ana. Se trata de un resguardado mirador entre las faldas de la Alhambra y el Albayzín, siendo el único que no mira a la Alhambra, quizás por ello es desconocido o carece de encanto para cierta parte de la gente; para mi, en cambio, es ello lo que lo hace especial.

La panorámica que ofrece del viejo Albayzín y la mezcla cromática de naranjas y rosáceos que explosiona frente a la vista en los atardeceres supone un goce sensorial para el espectador.

Quizás sea un lugar mágico y especial porque, además de todos los atractivos que ofrece, demanda el recorrido de una serie de estrechos senderos para llegar hasta el mismo, que culmina con esta gran vista.

Desde el punto de vista urbano, podemos decir que esta plazoleta a modo de mirador y la calle que conduce a ella (calle Almanzora) constituyen una frontera natural entre la carrera del Darro y la Alhambra, se encuentran justo en el punto medio entre estos dos famosos emplazamientos, y se puede llegar tanto ascendiendo desde Plaza Nueva como pasando la placeta de la Miga, en una perpendicular a la Cuesta de Gomérez.