El urbanismo es la disciplina que trata de ordenar las ciudades, y de planificar sus próximos flujos y recorridos. Pero las ciudades se han densificado de forma masiva, y el urbanismo se ha dejado de lado. Siendo difícilmente predecible el crecimiento de las ciudades que crecen muy rápido.  

  El movimiento moderno, que pretendía ordenarlo “todo” fue un fracaso, ya que la ciudad sique teniendo su propio carácter e intenta romper con lo impuesto. Y es por ello que más tarde surgió un desacuerdo por parte de los profesionales de esta materia. Queriendo volver a una ciudad pasada que ya no existe.

  Es entonces cuando surgen los dos bandos, aquellos que apoyan el nuevo urbanismo de la lógica aplastante. Contra los que añoran las ciudades antiguas y ridiculizan esta disciplina, la cual acaba prácticamente desapareciendo en el momento en el que es más necesaria.

  Y son los arquitectos los que intentan romper con esa igualdad marcada por el nuevo urbanismo. Consiguiendo únicamente un caos, sin razón ninguna que rompe con el “orden” de la ciudad.

   Es ahora cuando debe surgir un nuevo urbanismo que no imponga, sino que acepte la nueva realidad de la ciudad. Que integre lo ya existente con lo futuro, sin bordes que lo restrinjan. Pero este nuevo urbanismo deberá destruir las arquitecturas que se han dedicado a relegar el antiguo urbanismo.

  En definitiva, se han sucedido urbanismos contrarios que se han superpuesto en nuestras ciudades, creando un caos en el cual se quiere hacer desaparecer la esencia de cada ciudad. Pero el nuevo urbanismo que surgirá ahora debe estar en un punto medio en el que no imponga, pero que tampoco deje al azar la ordenación de la ciudad. Un urbanismo “más ligero” como dice Koolhaas.

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