Debido al aumento demográfico, la profesión de urbanista ha desaparecido, siendo sustituida por prácticas de repetición y evasión de un entorno que debería condicionar la arquitectura.

Los urbanistas no han sido capaces quizás, de avanzar o evolucionar al ritmo que lo ha hecho la ciudad. la crítica y el descontento por la ciudad contemporánea, a pesar de ser su motivo de angustia vital, no ha sido capaz de generar en ellos una alternativa eficiente, que sin tomar la ciudad de cero, al menos provoque el retorno del control sobre ella.

Todo esto ha de generar un nuevo urbanismo, que cree situaciones que tengan la posibilidad de evolucionar de forma dinámica. 

La incertidumbre de no saber los límites que alcanzará la ciudad.

En mi opinión, el planteamiento de un proyecto de ciudad inmoviliza no es válido, al igual que la sociedad cambia también cambiará la ciudad y su arquitectura. El urbanista debe ser capaz de adaptarse y comprender el medio que lo rodea sin miedo a herrar en sus propuestas de proyecto.