A la hora de trazar el territorio, es importante tener una visión global. Hay que fijarse en los pequeños detalles, pero debemos observar conjuntamente. Así, la escala es un factor clave, pues entender el territorio con distintas medidas, nos ayuda a conocerlo de diferentes maneras y a apreciar las peculiaridades.
Conocer los hitos de un lugar, hace que, por consiguiente, lo conozcamos mejor, que el trazado sea un camino de encuentros y relaciones; y que gracias a esto surjas espacios públicos y colectivos.
La riqueza de geometrías, enriquece el trazado de los territorios, dándoles una esencia fractal, por la cual lo pequeño es origen y repetición de lo grande. Aunque las formas lineales a gran escala han servido para unir ciudades y hacer que estas y los campos de cultivo se asienten, gracias a carreteras, vías ferroviarias…
Quizá, esta visión simplificadora de formas lineales, sea la culpable de que el espacio no sea pensado para quien lo habita, sino pensado para que el trazado sea fácil, sin tener en cuenta cómo el habitante se verá más favorecido al encontrarse en un entramado que busque los encuentros y las relaciones.