¿Decidiríamos entre los habitantes de una vivienda que algún espacio público en ella, el salón, por ejemplo, se convirtiera en un lugar estético pero incapaz para la reunión o la convivencia?. Algo así ocurre en la ciudad, creamos espacios al mínimo para intentar no producir ningún conflicto en lugar de querer volcar en esa parte que nos pertenece todos nuestros deseos. 

Aunque la ciudadanía participa cada vez más activamente en la creación y toma de decisiones sobre los espacios públicos, no lo contemplamos aún como una construcción común, realizada a través de la propia actividad. Para lograr encontrar un verdadero carácter público del espacio deberán superponerse diferentes usos por parte de personas, que además deberían poder sobrepasarse de los limites impuestos para crear una estructura urbana publica. La calidad urbana aumentaría si además, en contra de los pasos que se siguen, los ciudadanos realizaran cada vez más sus actividades en el espacio público en lugar del privado. 

La versatilidad, pienso, es clave para acercarnos a la verdadera noción de espacio público. Una plaza por la mañana puede ser mercado, para mas tarde dejar paso a los niños o familias, los jóvenes también tomarían su espacio con actividades creativas, este espacio común comportaría la integración, la divulgación de ideas, el entendimiento, la tolerancia, enriqueciéndose de cada usuario.  

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