¿Para quién hemos estado creando las ciudades? En gran medida, para máquinas, vehículos… hemos creado modelos que satisfacían las necesidades de estos medios, dejando atrás el factos humano, la persona que vive en dicha ciudad.

     En determinados casos, como bien se explica, algunas “ciudades” han recapacitado su forma de crecimiento, y se han dado cuenta de sus errores. Gracias a los cambios propuestos, a la pronunciación ciudadana y su resultado, nos hemos percatado de que el camino que habíamos tomado anteriormente no era el correcto para seguir. Hemos creado ciudades prácticamente antisociales, donde la relación humana se ha ido perdiendo. El propósito quizá sea recuperar esa intención de facilitar y de mejorar la socialización entre los ciudadanos, que son realmente quienes habitan la ciudad, y no meramente máquinas ni vehículos.

     Debido al gran crecimiento con el éxodo rural, se ha generado un crecimiento de las ciudades, el cual se intento controlar mediante el control del tráfico rodado. Pero este obtuvo todo el protagonismo, hasta el punto de amoldarnos a su forma y cometido, y no a la escala humana. Por tanto, ¿Cómo deberíamos combatir este problema? Puede que la solución sea escuchar a las personas a la hora de crear, y no meramente al carácter económico por el que se rigen la mayoría de las ciudades.