Este texto de Gómez-Ordoñez trata de los varias aplicaciones del concepto ‘’trazar’’.

Un trazado urbano comienza con caminos. Los caminos que elaboramos para el tránsito de gente entre dos sitios en concreto acaban siendo a veces fríos e indiferentes.

En el trazado de caminos aparecen nudos que dan vida a la ciudad. Cruces que funcionan como encuentros. Al final las calles, las plazas, etc., son los que forman el espacio de la ciudad a ojos del transeúnte, por lo que su fomento invita a las personas a salir a la calle, relacionarse.

Sobre la forma, trazar los caminos no es solo habilitar un recorrido para la buena circulación en la ciudad. Estos recorridos son los que muchas veces dan forma en planta a la arquitectura, formando manzanas. Pero, ¿es así como debe encontrar límites la arquitectura? ¿No debería la arquitectura nacer sin un límite? 

En la ciudad como ya se ha dicho, deberían prevalecer los espacios públicos por ser los que crean la vida de las ciudades, lo público, para no tener nunca ciudades en las que las calles vacías se apoderan. De ser así la vida social decae, por lo que nos limitaríamos a salir de casa solo para el trabajo, sin necesidad de salir a la calle mas que para las necesiadades mínimas. Las ciudades deben fomentar las ganas de salir, de pasear, pasar horas en un parque, una playa, un puerto...En esto debe hincar el pie el urbanismo.

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