El problema de la movilidad en las ciudades radica en los desplazamientos que, de haberse dispuesto la ciudad de otro modo, no existirían. La solución pasa por encontrar la forma de que cada zona se convierta en un ecosistema propio y los desplazamientos sean mucho más naturales.

En ese punto se encuentra la propuesta de Calles Compartidas, que defiende la calle como una lámina uniforme en la que cabemos todos y ningún medio de transporte posee preferencia.

El conductor de un vehículo privado toma conciencia entonces de que es un elemento más y entiende la repercusión que tiene que haya decidido atravesar esa calle en coche, no encontrará rentable atravesarla a tan escasa velocidad y terminará realizando el trayecto a pie. 

El sistema se regula en sí mismo, iguala todos los medios de transporte haciendo que las personas elijan el mas conveniente en cada caso, se eliminan abusos innecesarios y preferencias, se colectiviza y se mejoran las relaciones sociales.

La repercusión de esta innovadora forma de ver la calle va más allá, las empresas de fabricación de coches también se moldearán a las nuevas necesidades, las bicicletas evolucionarán y aparecerán otros medios de transporte más adaptados, las personas dejaran de desplazarse kilómetros para realizar sus compras y las tiendas pasarán a un modelo de barrio. En definitiva esta medida propone cambiar las reglas del juego para que todos jueguen las mismas cartas, y que a partir de ahí la sociedad encuentre las mejores soluciones.