En este texto, J. L. Gómez Ordóñez descompone en primer lugar lo que es necesario de poner en cuenta durante una concepción urbana. Habla de la importancia de los caminos, que ellos también dan una identidad a un lugar, que ponen en relación, que permiten de unir dos sitios, de crear o no densidad.

Creo que es importante, que el cambio de atmósferas de un lugar al otro tiene un impacto sobre nuestra manera de vivir, descubrir, encontrar un sitio. Si antes de una plaza mas grande hay una calle mas estrecha, la sensación de amplitud, de respiración es mas perciba, sentida. De la misma manera, así es también la mágica de un mirador, como podemos especialmente experimentarlo en Granada. Por la mayoría, antes de llegar al sitio, debemos subir, subir, subir y subir otra vez, a menudo en calles estrechas y torcidas, donde podemos ver solo los edificios que dibujan la forma del camino. Y al fin, el mirador es un lugar plano, mas larga, con una vista sobre el paisaje. La sensación es amplificada por el camino que usamos.

Ademas, el autor dice que la demasiado importante simplificación del trazado urbano a “destruido su potencial de hibridacion”. Podemos poner en paralelo el texto “Los ejes en el proyecto de la ciudad”, en el que Barba Rosa habla de las ventajas y los inconvenientes de la geometría en la concepción urbana. No sorpresa, no mezclado, no hibridacion.

“ Finalmente, trazar es un ejercicio de multiescalaridad, hay que entender el conjunto y el detalle de manera inextricable.” Pero, sobre todo, J. L. Gómez Ordoñez dice que en todo caso, es indispensable y fundamental de tratar las diferentes escalas de un proyecto porque es eso que va a crear ritmos, confluencias de flujos, intensidad en la ciudad, etc. Las dimensiones de una calle, su forma pero también lo que la compone, quien vive aquí, la historia en que construimos, y aun mas dominios que modelan una ciudad.

Fuente de la imagen : Las diferentes escalas de la urbanidad © Ed Fairburn