Las ciudades naturales son las creadas con el paso del tiempo, de una manera no aleatoria pero si espontánea. Y las ciudades artificiales son las planificadas desde un primer momento, en las que se planifica hasta el más mínimo detalle. Pero en estas últimas, falta un poco de esa espontaneidad de las ciudades naturales. Y es que la gran diferencia es el esquema con el que organizamos las ciudades, de semirretículo o de árbol, cuando en realidad las nuevas ciudades deberían de tener una mezcla de ambos.

  Los elementos que tenemos en la ciudad forman, entre sí y con sus variaciones, un sistema. Que dependiendo de la magnitud o de los variantes que pueda tener o las mezclas de las que puedan ser parte, son sistemas de una “categoría” u otra.

  Por lo que una misma “familia” de conjuntos, forma un árbol, en el que se subdividen entre las categorías de estos. Pero es precisamente esta falta de diversidad lo que hace que las nuevas ciudades no sean espontáneas. Todos los espacios están clasificados, hay multitud de ciudades que reflejan esta estructura.

  Y es que esta organización deriva de los campos del ejército, en la antigüedad, los ejércitos se organizaban de la misma forma que lo hacían las ciudades, y viceversa. Esto sigue pasando, solo que los ejércitos de hoy en día se sectorizan más por rangos y retículas, al igual que nuestras ciudades y nuestra sociedad, dando mayor relevancia con espacios más grandes.

  Al igual que hace nuestra sociedad, antes todos se conocían entre ellos y el espacio era rico en todos sus aspectos para poder llegar de la  misma forma a todos. Ahora, nuestra sociedad se aísla y lo mismo hacen nuestras ciudades, sectorizándose y compartimentándose en zonas. Y es que es mejor una ciudad diversa, donde haya un poco de todo en todos lados. Sin tener zonas concretas para universidades, hospitales, parques, viviendas, trabajo,… todo en todos puntos de la ciudad, sin sectores.

  Pero es que nuestra sociedad está así planteada, de encasillar todo lo que vemos y darle cierta importancia, un rango. Y así creamos en nuestra cabeza un esquema mental de árbol, con todo lo que nos pasa en nuestra vida, y con la ciudad no íbamos a ser menos. Intentamos reducir nuestros problemas, simplificarlos y de alguna manera, hacer nuestra vida más fácil aunque menos diversa.

Imagen: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n40/acale.es.html