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El texto, “El arte de Planificar el sitio”, pertenece al libro” Planificación del sitio” escrito por el urbanista norteamericano Kevin Lynch en 1962, que se vio envuelto en la destrucción de las ciudades americanas en la etapa de la gran depresión estadounidense después de la salida victoriosa de su país en la II guerra mundial, y cuyas condiciones no reflejaban a un estado vencedor.

Influenciado por el anarquista Ebanecer Howard y sus teorías de la ciudad jardín y Jane jacobs con sus espacios públicos.

En el texto se trata de poner en valor la planificación del territorio como una parte fundamental del proceso de diseño de cualquier edificación u ordenación del paisaje, y no relegarlo a encajar un edificio en una ciudad como última parte del proyecto.

La ordenación del lugar tiene una influencia social y psicológica en la vida de los ciudadanos, y de la misma manera que el hombre influye en el comportamiento del paisaje, este también lo hace sobre las conductas del hombre, de manera que el diseñador no puede obviar lo que la sociedad tiene que decir de esos lugares, y deben ser incluidos dentro de los objetivos que conforman el proyecto de planificación.

Esta primera parte del libro que se comenta se divide en varios anexos:

El hombre y el ambiente funcionan conjuntamente, es el primer apartado y habla sobre como el crecimiento y el desarrollo de la tecnología pone en peligro el ambiente que se pretende planificar y por ende a nosotros mismos, y como la planificación debe economizar los procesos y costos ambientales para ambos (lugar y hombre).

En el siguiente apartado se explica cómo el proceso de diseño parte del hombre y sus necesidades como pilar de la planificación para elaborar los objetivos del diseño y como la experiencia será la que nos dará las claves para concluir está parte de la mejor forma.

En los espacios del texto sucesivos se habla del establecimiento de objetivos como un paso intermedio entre una necesidad y una solución, es decir que los objetivos deben ser una solución hipotética a la hora de formularse, vuelve a referenciarse la experiencia como la mejor forma de alcanzar el establecimiento de los objetivos.

Aunque la parte del texto menos objetiva y argumentada sea que en cuestión de lugares aquellos que nos parecen bellos son los que parecen haber nacido de manera espontánea y en los que aparentemente no se ha planificado nada, es con la seguro que todos nos sentimos más identificados, las ruinas de un edificio cubierto por un manto verde, las casas de campo integradas en el paisaje, o los pueblos donde no entran ni teorías urbanas ni grandes libros de urbanismo y ordenación, o incluso arquitectura, son la consecuencia más deseada por los principales escritores y urbanistas del mundo, las obras de arquitectura o las corrientes urbanas más importantes y referenciadas parten de los viajes de sus autores a lugares con arquitectura y paisaje vernácula, con mucha historia, y lleno de experiencia, por eso no se pretende con este libro o con el urbanismo conseguir la excelencia de estos lugares en otros, sino más bien que sea más o menos llevadero vivir en las ciudades que crecen sin parar y muy rápido, y en las que no hay sitio ni tiempo para nada, la respuesta ya está en esos muros de piedra y esas gentes sencillas que labran la tierra, para alguien que tiene aspiraciones y objetivos que estamos viendo que se están cargando el planeta. Como somos la mayoría de los que vivimos en las ciudades, la naturaleza nos reserva estas colmenas contaminadas que llamamos ciudades.