Las ciudades son como organismos vivos, cambian, se adaptan y se desarrollan. Consisten en pequeños y grandes volúmenes que les caracterizan. Y por eso mismo se puede transformar una ciudad fácilmente para satisfacer los diferente exquisitos de sus habitantes. Aunque no es algo necesariamente positivo. Muchas veces se cambian las ciudades sin sentido y sin estudio previo, generando efectos negativos. Las personas que se encargan de estos cambios deben poder traducir las necesidades y negar peticiones caprichosas. Por eso, las ciudades deben poder defenderse, sin necesidad de cambios constantes y que la gente que las habita pueda disfrutar de ellas.

Entonces, los urbanistas deben encontrar la solución mejor para la ciudad, estudiando su ´piel´, y como se dice en el texto, deben hacer que la ciudad emocione. No se puede permitir una ciudad cúmulo de arquitectura caprichosa y llena de hitos que lo único que representan es el egocentrismo que caracteriza ésta época. Los espacios tienen que agradar a los habitantes, hacerles sentir familiar.

Hay que entender las necesidades de nuestra época y entender la ciudad como un tejido, un proceso y siempre en movimiento.