- Leyendo entre líneas podemos apreciar que a lo largo de todo el documental se plantean cuestiones que ciertamente no se resuelven; la forma de construir las ciudades, ¿invita a la inclusión y a las relaciones?, ¿cómo nos afecta que desaparezca un lugar de encuentro o de paso?, ¿cómo hacer más con menos?...Con los ejemplos que se ponen de ciudad clave  el espectador podrá sacar sus propias conclusiones.

Jan Gehk, estudiante de las ciudades para las personas, deja claro que el estado natural del ser humano es vivir rodeado de otra gente.

Sin embargo esto no siempre es tan fácil de conseguir. En China por ejemplo la urbanización es un gran reto debido al rápido crecimiento económico. Esto conlleva que todo el desarrollo urbano esté llevándose a cabo en una sola generación, a un ritmo precoz que hace que se modele la ciudad pero que no dé tiempo a que la ciudad modele a las personas, lo cual significa que la gente se relaciona menos debido a la desaparición de la vida tradicional y al gran esfuerzo que han de hacer para desplazarse. Es un claro ejemplo de cómo se rompe el principio que establecía Jan Gehk.

Otro aspecto que me llamó la atención fue como en algunas ciudades el aislamiento tiene lugar aun cuando los proyectos urbanos se piensan para que prosperen las relaciones entre personas. En el documental ponen de ejemplo a la Copenhague de los años 60, un lugar donde destacaban las zonas verdes porque no había personas en ellas. Al ver este caso también me viene a la mente la ciudad de Brasilia, donde el eje principal que desemboca en la plaza de los tres poderes es de tal magnitud que no invita a los ciudadanos a desarrollar sus vidas en la calle. Dicho eje simplemente busca mostrar el poder, olvidando la peatonalización de las calles y la posible conexión de las distintas formas de vida.

Y con el anterior argumento se llega a otra idea: ¿son esas ciudades lo que quiere la gente realmente? En clase comentábamos que cuando las decisiones las toman un grupo de personas estos tienden a caer en el error de crear una ciudad que no siempre está pensada para sus habitantes. La solución (utópica en gran medida) a esto es que los propios ciudadanos hablen y den su opinión sobre lo que quieren, y aunque esta idea es muy difícil de desarrollar no es imposible. Existen casos como el de Christchurch (Nueva Zelanda) donde las personas han construido su ciudad. Sin embargo esto ha podido llevarse a cabo debido a una catástrofe natural que destruyó gran parte del centro, es decir, que por ahora solo con la adversidad de la destrucción se ha visto que hay oportunidades de construir un nuevo futuro, de otra manera las personas no entrarán en el juego de la urbanización.

¿Debería ser esto así? ¿Hay que dejar el desarrollo de una ciudad en manos de una única persona? Lo que está claro es que por mucha preparación que tenga alguien jamás podrá abarcar todos los problemas que ofrecerá una nueva ciudad. En mi opinión el plan maestro no existe debido al constante cambio al que están sometido las ciudades. Lo que hoy funciona puede que mañana deje de hacerlo y en cierta medida eso es lo más maravilloso de las ciudades, que sus desarrollos hacen que se solapen sus historias y recuerdos y que a partir de ellos exista un perseverante intento de mejora que ninguna persona sola será capaz de englobar en su totalidad. Una vez más se ve claramente que las personas necesitamos rodearnos de otras personas, de otras mentes, para conseguir la mejor solución posible.

Fuente imagen: La mano del desierto, Atacama (Chile)