El tema que sale del texto es la relación entre la ciudad y la arquitectura. El problema actual es que una mayoría de los arquitectos no se preocupan del impacto que tiene su arquitectura sobre el entorno. Lo que me parece importante es tener en cuenta la conexión que existe entre la arquitectura y su entorno, como lo explico De Solá, una persona que construye un edifcio tiene que saber que su trabajo influye directamente en la ciudad, en la estética y en la sociedad, porque al final toda la historia arquitectural se repercute en el desarrollo futuro de las ciudades. Una de las ideas más significativas que he extraído del texto es la pasión que hay que tener para hacer buen urbanismo. A día de hoy esa falta de quererlo y desearlo está siendo la propia tumba de la planificación en las ciudades. Tal y como dice el entrevistado ‘’Escasea la imaginación de futuro, no hay tal voluntad. Y sin voluntad no hay deseo, y sin deseo no hay calidad. ’’. Existe una estrecha relación entre este problema y la pasividad que caracteriza a muchos arquitectos. Ven el problema pero se centran únicamente en lo que les afecta directamente olvidándose de temas como el emplazamiento de sus proyectos, el cómo afecta al lugar, a la gente, a las costumbres e incluso al ritmo de vida. Esto es un gran error debido a la complejidad de las ciudades de hoy en día, es decir, no se puede olvidar los elementos y las variadas formas de vida que están conectadas entre sí. No podemos aislar las intervenciones porque estaremos creando una ciudad árbol (tal y como defiende Christopher Alexander).