Uno de los aspectos que más llama la atención en el texto es la diferenciación entre ciudades artificiales y ciudades naturales. En las ciudades naturales el intercambio y la mezcla de culturas se realiza de forma automática, no se ve forzada ni obligada a producirse.

    A pesar de que el paso de los años ha conseguido que en las ciudades naturales se produzca un reparto y separación de las zonas, su propia condición ha conseguido que el intercambio sea fluido.

    En el caso contrario nos encontramos a las ciudades artificiales, dónde desde su planeamiento se ha pensado en una separación de funciones, de estratos. Se plantean diversos elementos artificiales para provocar el intercambio que en extrañas ocasiones llega a producirse.

    Otro de los aspectos más relevantes del texto es la separación de los campus de las ciudades. En este sentido se ve a los estudiantes como algo nocivo que hay que alejar de la ciudad, por eso en ciudades donde los campus son de nueva creación, estos aparecen diseminados lejos del centro urbano. Provocando así una ruptura.

    En contraposición podemos observar como la reapertura de la ETSA en el Campo del Príncipe ha servido para integrar y mejorar un barrio venido a menos. Con la llegada de los estudiantes el barrio ha tomado otro color, está más llenos de vida. Los estudiantes han provocado la apertura de nuevos comercios como librerías, fotocopiadoras, bares de moda, y muchos comercios nuevos que de no ser por la universidad posiblemente no hubieran llegado a este barrio.

   Como conclusión podemos pensar en la idea de una ciudad integrada, donde todos los usos se compartan y aparezca un intercambio fluido.