Nombra a las ciudades modernas como una caja de vidrio, refiriéndose a la modernidad, a la tecnología representada por el cristal y los avances. No nos damos cuenta que muchas veces resulta mucho más amables materiales pétreos que llevan utilizándose toda la vida.

Cualquier elemento de la ciudad ha de tener un por qué para tener algún valor. Además debe de tener una función que quizás vaya cambiando con el tiempo y por supuesto debe de tener una relacción con su entorno. De nada sirven los elementos aislados que aterrizan desde cualquier lugar.

La comparación de las relacciones en los pueblos (que son las ciudades que se han creado de modo fragmentado) y las  relacciones en las grandes ciudades ( son las ciudades espontáneas ) es muy acertada.Mientras que en los pueblos, las relacciones se hacen en modo árbol, solo vas a visitar al que vive al lado, en las grandes ciudades tiene que haber desplazamientos. No tienen que ser largos desplazamientos que lleven a la marginación de la periferia. Pero si al movimiento, al cambio, a que no todas las tiendas estén en una parte de la ciudad, todos los museos en otra y los parques en otra. Acabar con la zonificación. En el momento en el que los elementos se empiecen a relaccionar ganarán en valor la ciudades.

Aun teniendo la referencia de nuestras relacciones sociales contemporáneas, el urbanismo no se ha adptado a esto, destruyendo las interrelacciones naturales.

La idea de que cada eidificio crea su propia atmósfera, y no hay que forzar a meter todos los edificios en la misma. Esto no significa crear mini ciudades cada x kilómetros, hay que saber encontrar el equilibrio, saber guardar la escala humana, acabar con la monotonía de ciudades y darles densidad.