- Desde un principio el artículo crea una distinción entre ciudades naturales y ciudades artificiales, dejando claro que estas últimas son las que están desarrollándose actualmente y por las cuales las ciudades que están creándose o expandiéndose están desatendiendo los conceptos de ciudad, ya que están perdiendo el sentido de semirretículo. Este concepto viene a decir que en aquellos lugares donde se superpongan nuevos elementos seguirá formandose una unidad propia que pertenecerá tanto a sus antiguas familias como a las que crean ellos mismos.

Por desgracia la realidad que plantea el texto es totalmente diferente. Vivimos en ciudades árbol, donde las conexiones son mucho más limitadas, lo que hace que la complejidad estructural sea menor y que por tanto las ciudades cada vez sigan unos patrones que pueden no ser los mejores ya que cada una debería crecer a su manera, no implantando ordenaciones que hacen que se pierda riqueza espacial.

La última parte del texto fue la que más me llamó la atención. Citando textualmente decía que ‘tenemos una fuerte tendencia, al enfrentarnos con una organización compleja, a reorganizarla mentalmente en términos de unidades no superpuestas’. Esto, en un contexto filosófico, me lleva a pensar en la segunda regla del método de Descartes: dividir cada una de las dificultades que se examinen, en tantas parcelas como fuere posible y fuere requerido para resolverlas mejor.

Así pues elaborar un árbol es para nosotros la manera más sencilla para llevar a la realidad ideas complejas, pero la ciudad no puede ser un árbol ya que niega la inclusión de nuevos elementos y elimina uno de los factores más importante a la hora de crear espacios: la intuición, haciendo que prevalezca el orden y la simplicidad, los dos elementos que actúan de hilos conductores de estas nuevas ciudades que nos acercan cada vez más a la disociación.

Fuente: Visibilizando sistemas complejos: “Entre la geometría y la geografía: Ciudad de México" (Plataforma Arquitectura)