Unwin decide analizar los barrios residenciales de las periferias de las ciudades, poniendo para ello, máxima atención en aspectos irrelevantes para él anteriormente como el ancho de la calle, o el alto de una valla.

Pronto se dará cuenta de que existe un urbanismo dividido: uno más formal que se apoya en la legislación y otro informal apoyado más en el lugar y en las peticiones de éste. Pero ante esto, él es fiel defensor de una arquitectura complementaria y no excluyente, es decir, obtener lo mejor de los dos tipos.

Sus preferencias están por un urbanismo que obtiene la belleza de poner un orden sobre las dificultades del sitio, es decir, una voluntad de diseñar y dar forma ordenada al crecimiento espontáneo de las ciudades.

Era un arquitecto medievalista, con mucho interés en el parcelario, centrado en crear la ciudad desde lo más pequeño hasta llegar al extremo; centrado en crear la ciudad desde la unidad de vivienda.

Los temas a tratar en su libro son la individualidad de las ciudades, el problema de la estética compositiva, y un desglose de los elementos que construyen barrios y ciudades (bordes, accesos…). Es un libro de diseño de la ciudad desde la materialidad de los problemas.

Aunque cuando su influencia se extendió por Europa se topó con discípulos adelantados como Cebrià o Wright, con ideas de ciudad futura.