Tendemos a clasificar para comprender. Es mucho más sencillo que nos aclaremos cuando algo está claro, se divide y está compuesto por otros elementos más pequeños.

Sin embargo, a veces no basta. A veces simplificar significa perder. Como dice el texto que estamos comentando: "La ciudad no es un árbol". Es mucho más compleja y rica.

Un árbol es un sistema que establece jerarquías, como pequeñas cajas donde organizamos lo que sucede. La ciudad, sin embargo, está sujeta a cambios, diferentes conexiones variables, complejas y ambiguas. Dentro de ella un mismo elemento puede pertenecer a diferentes categorías, como un objeto que variará su percepción en función de quien lo observe. Al no predisponer, deja lugar para la "emoción y la sorpresa". Todo es posible, dentro de esos cambios inclasificables.