¿Cómo queremos que sea el nuevo urbanismo? ¿Por qué apostamos? Finalmente, encontramos la virtud en ese urbanismo de consenso, donde cada ciudadano, con respeto, aporta algo (una actividad que genera un espacio, un puesto ambulante en la calle, el músico que toca en el metro, los niños que transforman un parque...) Un urbanismo libre, donde la historia o el estilo no coarten las experiencias arquitectónicas del futuro, sino que les permita dialogar con lo ya existente. Un urbanismo cambiante, ambiguo, rico, flexible, donde la función y el uso pueda adaptarse en cualquier circunstacia a las necesidades del ciudadano.

Y si tan claro lo tenemos, ¿por qué aún no lo hemos logrado? Mi conclusión es que todo este urbanismo nuevo, que depende tanto del ciudadano, se queda parado precisamente por eso. El ciudadano aún no comprende el urbanismo, al igual que tampoco comprende la nueva arquitectura. Se deja guiar por el instinto visual, se arraiga en el tradicionalismo. Un ciudadano de apie no se acerca a nada que huela a recién hecho, por mero prejuicio. ¿Así cómo serán (seremos) capaces de genera usos mixtos, o un urbanismo sin estilo, o una ciudad de consenso? Abogo por un nuevo urbanismo que sea capaz de salir más a la calle, que sea accesible al ciudano y que se deje entender. Abogo por una arquitectura cercana al individuo, donde las personas sean capaces de reconocer sus modos de vida y de identificarse con ellas.

Entonces, el ciudadano, conocedor de todas las herramientas que nosotros manejamos, podrá hacer ciudad y arquitectura; y las ciudades dejarán de ser frías para ser hogar.