En el texto, De Solá Morales critica el hecho de ver el espacio público como un elemento vacío en la ciudad.

Comenta la falta de relación, en muchas ocasiones, de ese espacio con la ciudad y el entorno en el que permanece. Hace una reflexión, acertada, a mi modo de ver, pues nos incita a reconocer qué espacios carecen del carácter de urbanismo público del  que se pretendía dotar. Con esto quiero decir que, un espacio que está destinado a ser parte de la trama urbana de la ciudad, puede volverse un agente extraño si no se proyecta adecuadamente.

De Solá Morales habla de distintos tipos de "proyectos públicos", que ha clasificado según su criterio. Y pone en evidencia la intención que en general, tienen esos proyectos.
Y ahí es donde está realmente el conflicto, ¿qué se pretende conseguir cuando se plantea un nuevo espacio urbano público?
Para mi, la respuesta es sencilla: se debería pretender que los habitantes sean parte de ese espacio. Si un espacio urbano no es capaz de relacionarse con la ciudad y con los habitantes como si fueran un todo, no funciona. No debe ser bonito, ni moderno, ni agradable. Ni debe ser la oportunidad del urbanista de proyectar en una parcela libre lo que siempre ha querido pero nunca se ha visto en la oportunidad de desarrollar. Eso al final genera espacios basura en la ciudad, ajenos a la misma. No logran la cohesión entre los individuos y el lugar.

Los espacios urbanos deben ser para la ciudad y los habitantes.