El rápido crecimiento de las ciudades dificulta enormemente su planificación, lo que ahora, más que nunca, resulta imprescindible prestar especial atención al entorno, situación política y económica y, principalmente, a las personas.

Los modos de vida y necesidades de las personas que van a comenzar a habitar un lugar deben ser la principal preocupación. Prestar atención únicamente a cuestiones estéticas o económicas acaba creando lugares inhabitables, las obras arquitectónicas se convierten en simples objetos.

El emplazamiento es el vínculo entre el urbanismo y la arquitectura, si no existe un diálogo entre ambas disciplinas tampoco sería posible lograr una experiencia agradable habitando la ciudad.