La entrevista está llena de buenas reflexiones, comentarios y críticas sobre el papel de los arquitectos, el urbanismo de diferentes ciudades, problemas a tratar e incluso experiencias personales.

Una de las intervenciones que más me ha llamado la atención es la respuesta que da a “ Hay arquitectos que dicen que el urbanismo ha desaparecido, que todo está en manos del mercado…”

Frente a la habitual actitud de desilusión y nostalgia con la que se afronta este tema, De Solà-Morales muestra una actitud positiva, y sobre todo activa.

Ante la imposibilidad de frenar el ritmo frenético al que se desarrollan las ciudades, o hasta controlarlo, invita a no abandonar la ciudad, o darle la espalda para defenderse de ella. Ese continuo cambio, que parece generar solo caos, es también capaz de aportar interés, de crear nuevas formas de vida y transformar las antiguas.

Aparecen nuevos valores, una nueva estética. El orden, el control, la planificación, la formalidad…, a la hora de diseñar una ciudad, no son sinónimos de belleza, y no producen ninguna emoción, si no se adaptan a la vida de las personas, a su diversidad, sus conflictos e intereses.