Este texto, diferente a los demás por su contenido no tan teórico sino de crítica y opinión acerca del libro de Unwin, me llama la atención desde su inicio, por la forma de comenzarlo.

Y es que el inicio ya nos plantea la posible extrapolación a la actualidad de este texto de principios del siglo XX (1909). El hecho de que echar la vista atrás hacia el urbanismo del pasado resulta, cuanto menos llamativo, en una situación en la que el urbanismo funcionalista está demostrando sus fracasos. Desde mi punto de vista, no sé a qué puede deberse este fenómeno. Es decir, en intervenciones urbanísticas, por ejemplo de ampliación de ciudades, donde las futuras revisiones serán escasas y lo realizado permanecerá así por mucho tiempo, debemos tomarnos las cosas con más calma y aprender tanto de los errores como de los aprendizajes el pasado. 

Pienso que quizás no debemos de mirar tanto el contenido (barrios de tan poca densidad en los centros urbanos podrían resultar una utopía, frente al crecimiento exponencial de la población que sufrimos), sino más a la idea que trasciende detrás, a la manera de abordar el problema.

Y es que Unwin plantea una manera de actuar empírica, de resolver los problemas desde el sitio, fruto de un profundo proceso de análisis, y no de forma genérica y abstracta. Además, después de haber tratado en clase el tema de la importancia de los usos en la ciudad, pienso que Unwin por fin aborda un asunto esencial: el residencial. Hasta ahora apenas lo habíamos hablado, y es que la gente vive en las ciudades, las ciudades están para ser habitadas, y entre tanto uso (comercial, educativo, sanitario, etc), hay que introducir también los espacios residenciales y sus prolongaciones de zonas libres verdes o comunes.

También, como última apreciación, me ha resultado llamativa la exposición del caso de Reino Unido frente al resto. Normalmente en clase hablamos de ciudades aburridas donde predomina lo geométrico y la singularidad brilla por su ausencia. Sin embargo, la intervención de Unwin pretende actuar en un urbanismo británico que hasta el momento había sido opuesto: crecimiento espontáneo sin ningún orden. Frente a la falta de singularidad y de alma de algunas ciudades, está el excesivo desorden y no-planeamiento de otras.