Cristopher Alexander en su texto hace una distinción de la forma en la que las ciudades se pueden conformar, pero antes de anunciar siquiera los dos conceptos el autor habla acerca de un tercero el cual es el conjunto; el conjunto lo define de una manera brillante al dar un ejemplo de la correlación que generan un vendedor de periódicos, un transeúnte, un semáforo y el tiempo de espera que funciona como un catalizador para que se lleve a cabo la transacción del periódico. Esto lo encuentro sumamente interesante y relacionado con el tema de las ciudades naturales que, según Alexander, se crean en función a un semicírculo mientras que por otro lado, las ciudades artificiales las cuales pretenden crear los planificadores son un intento fallido de árbol en el cual las sobreposiciones de elementos, convivencia y experiencias simplemente no se dan de manera natural.

Concuerdo en que las ciudades deben de poseer cierto carácter de superposición, es decir, las relaciones entre los mismos usuarios son de suma importancia y estas, en algunos casos, se dan por casualidad, en algunos casos no, pero a mi parecer son estas casualidades las que van generando vínculos entre el ciudadano, la ciudad y su forma de estructurarse. Muy bien narrado el texto y con un tema de interés que debería ser de carácter obligatorio tanto en proyectos de menor escala hasta planes de repercusión significativa, porque al final del día cada elemento, sea pequeño o sea grande, conforma la ciudad y nuestro entorno.