“Me interesa la piel de las ciudades” (entrevista a Manuel de Solà-Morales)

Tras la lectura de la entrevista, estoy de acuerdo con la postura e ideas que toma Solà-Morales con respecto a las cuestiones que se plantean.

Por ejemplo, cuando se le comenta que el urbanismo actual está muerto y es caso perdido, él responde que no es así, que en la actualidad existen mayores oportunidades de mejora y que las ciudades son ahora más interesantes que hace un tiempo.

Estoy de acuerdo con esa postura porque en la actualidad, debido principalmente a factores políticos, la sociedad es más libre, existe más movimiento de gente y la mezcla de culturas y gente de diversas nacionalidades y procedencias está al orden del día. Actualmente existe lo que se podría denominar una sociedad común. Este modelo de sociedad hace que las ciudades tengan una riqueza, culturalmente hablando, muy poderosa y que, actuando debidamente en la ciudad mediante el urbanismo, se puedan conseguir ciudades llenas de vida y atrayentes.

Con respecto al tema de los antipremios, siendo una exageración claramente, estoy de acuerdo en que a lo largo del tiempo se han cometido errores a nivel urbanístico y arquitectónico y se seguirán cometiendo. Pero esto es resultado del hombre, que no es perfecto y no siempre acierta, siendo esta “mala arquitectura” una oportunidad de cambio y mejora en el futuro. Siendo también acertada la postura de que el cambio no es malo, siempre hay que seguir innovando y modernizando las ideas, conservando, eso sí, la arquitectura que se considere realmente buena y de valor, cambiando poco a poco el resto de la ciudad.

Por último, también estoy de acuerdo en su postura de hacer una arquitectura y un urbanismo digamos sensorial, el cual genere un efecto positivo y agradable en el ciudadano y que logre convertir el espacio público en un espacio que se reconozca como propio para cada individuo, es decir, que cada uno sienta la calle como una extensión de su propia casa. Ahí está una de las claves del urbanismo. En dejar de lado la extravagancia de los grandes y raros edificios que, en muchas ocasiones, son solo piezas de museo sin un real sentido práctico y llevar a cabo una arquitectura que, aunque en un primer momento, no destaque por su estética o rareza, consiga que el ciudadano tome la calle como suya, como una parte más de sí mismo, que sea también punto de encuentro, de relación, de disfrute, de sorpresa, de descubrimiento de lugares nuevos, etc.