Proyecto: Urban Games 2017
Tema: Diálogos
Coordinadores:
abarca
dacama
“The human scale”
Este documental me ha parecido realmente interesante e ilustrador gracias a las ideas tratadas en el mismo.
Ciertamente, comienza y se desarrolla con un cierto carácter apocalíptico, en donde el vehículo y el modelo de edificios residenciales en altura acabarán con nosotros. Pero a lo largo del mismo, también se dan claves de la necesidad de relacionarse que tiene el ser humano y la “fácil” solución a ese problema con la incorporación de más espacios peatonales.
Desde el punto de vista del vehículo y su proliferación en las ciudades, es cierto que en muchos casos ha traído un perjuicio para la sociedad del cual nadie se había percatado hasta el momento.
Principalmente, en el propio documental ya se dan muchas de las soluciones para mejorar en estos aspectos. Dar más espacio a las personas frente al vehículo (más espacios peatonales), aprovechar espacios de la ciudad no tenidos en cuenta en un primer momento para hacerlos vivideros (como el caso de los callejones entre edificios de Melbourne), construir edificios y entornos que permitan la interacción de la gente, poder disfrutar del aire libre, de la práctica de la actividad física… Y, por último, una de las tareas más difíciles, como es la de encontrar alternativas de transporte al vehículo privado.
El gran reto es que todo el mundo consiga coordinarse para pensar de esta forma y así conseguir un cambio de las ciudades a mejor. Parece que el ciudadano de a pié, aunque sea de forma inconsciente y no premeditada, sí que busca estos fines. Pero por otro lado, se encuentran los intereses económicos que en cierto modo coartan la libertad de progreso de las ciudades.
Personalmente, creo que la mentalidad y el cambio de las ciudades irá cambiando poco a poco, encontrándonos un día, casi sin habernos dado cuenta, con un entorno que cumple muchos de los deseos de mejora que en este documental se mencionan.
“Calles compartidas” (Eduardo Barrera)
En el video se propone la táctica de replantear la calle como un espacio público, un espacio común compartido entre el coche y el peatón.
En mi opinión, este tipo de planteamiento de espacio común es práctico hasta cierto punto si no se realizan ciertas restricciones, es decir, que dicho planteamiento funciona tal cual si la envergadura de los viales y/o el tráfico rodado que circula por ellos no es excesivo.
Si por ejemplo, nos centramos en una de las calles principales de una ciudad, seguramente el volumen de circulación de vehículos será elevado. Si en esa calle “tradicional” planteamos la idea de calle compartida, seguramente se producirían largas retenciones de tráfico y conflictos entre vehículos y peatones, produciendo más perjuicio que mejora en la ciudad.
Por otro lado, si aplicamos esta misma idea a esa misma calle pero planteamos ciertas restricciones de tráfico rodado, sí que la idea de calle compartida podría funcionar. Por ejemplo, si se hace una restricción de circulación de vehículos y se permite únicamente el paso a los de residentes, el volumen de vehículos se reduciría notablemente y la convivencia coche/peatón sería mucho mejor.
Por el contrario, si el concepto de calle compartida se aplicara a viales de menor tamaño y de menor volumen de tráfico rodado, sí podría funcionar la idea directamente sin necesidad de aplicar ningún tipo de restricción.
En general, con este modelo de calle se amplía notablemente la superficie para el peatón y, en mi opinión, creo que es necesario, ya que el enfoque en los últimos tiempos ha sido siempre en favor de la proliferación y predominancia del vehículo y su circulación, dejando un poco de lado al peatón y, por tanto, al desarrollo de la ciudad propiamente dicha.
“Superblocks (Superilles. Barcelona)” (Eduardo Bravo)
El modelo permite dar mayor prioridad al peatón frente al vehículo, a la vez que se reduce la polución, la contaminación acústica y se fomentan las actividades y el encuentro social.
La idea en sí es buena, pero su modelo de implantación un tanto complicado, ya que según su estructuración, es necesario un modelo de ciudad reticular. Por tanto, es complicada la implantación de las superilles fuera de la zona del ensanche de Cerdá o la implantación en ciudades que no tengan una estructura reticular.
La idea de promover más espacio para el ciudadano e ir reduciéndolo para el vehículo, me parece enriquecedora para la ciudad, en tanto en cuanto, la reducción del espacio para el tráfico rodado sea paulatina y no provoque problemas de circulación. Al realizarse ésta poco a poco y extendida en el tiempo, también dará lugar a nuevas alternativas de transporte que en un corto/medio plazo seguramente aparezcan para quedarse.
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