A través de la historia tenemos innumerables ejemplos de como el ser humano ha sabido adaptarse y modificar el entorno a su favor. El acto de elegir un lugar apto para desarrollar la vida y saber organizarlo es el origen de la arquitectrua, urbanismo e ingeniería. Esa misma dinámica evolucionada a través de los siglos es la que nos ha llevado a las grandes urbes de hoy día. 

El funcionamiento de una sociedad en un emplazamiento está sometido a una cantidad inconcebible de variables y factores que intentamos controlar. La complejidad del asunto desemboca en ocasiones en prestar demasiada atención a aspectos triviales y desentenderse de los realmente importantes. El planficador tiene el objetivo de clarificar objetivos, suscietar el debate y ponerlo todo en evidencia, antes que intentar controlar un sistema tan complejo como es una ciudad. Tiene que ser capaz de tener una visión global del todo, por encima del usuario que tiene una conección particular y limitada de la situación. 

Una idea interesante que extraigo del texto es la siguiente: Imponer una solución antes de pasar por el proceso de esta. Las soluciones y las formas arquitetónicas que nacen del proceso son las realmente válidas y perdurables a través del tiempo. En este caso, el arte de planificar el sitio podría enfocarse de esta misma manera.