A pesar de intentar embelesarnos mientras se nos muestra la morfología de la isla y su situación y emplazamiento lo que hace en este texto Tomás Moro no es más que una crítica a lo que sería una “ciudad ideal” así como su doctrina económica, política y social.

No es raro entonces que a muchos de nosotros nos choquen estas ideas que de una manera u otra se nos quedan tan lejos. Dejando de lado lo que a arquitectura se refiere una de estas cosas que nos llaman tanto la atención es la pérdida de individualidad del ciudadano y es que se plantean una serie “normas” o directrices que debe seguir la población que hacen convertirse al habitante en una máquina que funciona por fases temporales. No obstante allá por el 1516 Tomasito nos describía otras ideas que son totalmente extrapolables a nuestra situación social actual, y es que en los países de la Europa más lejana a España ya se realizan. La rotación en el puesto de trabajo o el cambio de vivienda son muy frecuentes en estos países, claro está que no del modo radical como lo plantea esta lectura.

Volviendo un poco al texto, el fallo que más me llama la atención de esta utopía es la generalización de la norma lo que provoca a mi parecer la pérdida la diversidad cultural, punto clave y pilar base del urbanismo contemporáneo.

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