Proyecto: Urban Games 2017
Tema: Diálogos
Coordinadores:
abarca
dacama
El artículo que José Fariña nos presenta me parece una necesaria llamada de atención y nos abre los ojos al desastroso fenómeno que está acabando con la CIUDAD. Ciudad entendida como su historia, como economía, como sus personas, como el complejo tejido de sus relaciones interpersonales, como costumbres, como estilo de vida, como el esencial concepto de vivir.
Actualmente, podemos encontrarnos multitud de ejemplos en el mundo, tales como Oporto que se han encontrado en una situación de crisis, a la que se buscan respuestas inmediatas y eficaces; pero me decepciona la deshumanidad que, en la mayoría de los casos, adquieren las que se implantan, o se dejan pasar por políticas que hacen la vista gorda con afán de conseguir el mayor lucro y a costa de destruir y desterrar a sus habitantes.
No deja de sorprenderme la frívola implantación de programas como Golden Visa, que promueven la residencia de inversores externos de gran poder adquisitivo desencadenando la emigración local forzada dado el encarecimiento de la vivienda que supone. El panorama es desalentador si los vecinos empobrecidos por la austeridad de un barrio se ven obligados a desplazarse, abandonando sus hogares, su modo de vida y sus tradiciones. O lo que queda de ellas como consecuencia de otra de las respuestas adoptadas: el turismo llevado al límite o turistificación. En mi opinión el turismo no debe ser concebido como única alternativa pero puede ayudar a oxigenar la economía de la ciudad. El problema surge cuando se convierte en la única actividad, desplazando las ya existentes del centro a otros lugares y convirtiendo la ciudad en un monocultivo turístico (caso de Madrid, Barcelona o Santiago de Compostela). Todos sabemos lo que ocurre con los monocultivos: que son muy eficientes económicamente, pero muy frágiles. Si a eso añadimos que el turismo masivo es el más frágil de todos los tipos de turismo, nos encontramos con una situación nada envidiable.
Oporto, como otras muchas ciudades se han pervertido en fachadas disfrazadas que recrean un falso cuento, una “sociedad espectáculo” y que intentan vendernos; en el artículo se recoge un ejemplo: “una mercería que tenía fruta en cestos y bacalao seco colgado en el exterior, la Casa Oriental, al lado de la Torre dos Clérigos, ha sido comprada y ahora es algo totalmente limpio y ordenado y tiene colgados bacalaos de plástico. Es muy ridículo” .
En mi opinión es algo que no podemos permitir, y que existen casos de ciudades que han desarrollado otro tipo de respuestas compatibles con el turismo y cuyos resultados parecen alentadores como Melbourne, Siena o Christchurch.
Aún no hay comentarios para esta entrada. ¡Sé el primero!
Accede o regístrate para comentar y puntuar la entrada.