La situación de crisis sanitaria en la que nos encontramos ha cambiado nuestras necesidades y nos ha obligado a modificar nuestras rutinas llevandonos a un mayor uso de los espacios exteriores. Es posible apreciar cómo con la vuelta a la rutina, todos los locales se ven saturados ante la necesidad de respetar la distancia de seguridad y aforo, desembocando en numerosas colas que invaden las ya de por sí estrechas aceras haciendo imposible respetar las medidas sanitarias. Este problema se ve acentuado por los cruces de distintas vías, la desembocadura de pasos de peatones y las paradas de transporte público. Por ello, las barreras entre la calle y el negocio se han difuminado, las aceras se ensanchan y muchas calles se han peatonalizado para permitir la expansión de los establecimientos alojados en los edificios que las delimitan y facilitar el tránsito peatonal. Estas medidas, a su vez, han forzado una reorganización del tráfico rodado por calles de menor tránsito o mayor amplitud.