Texto escrito por Christopher Alexander, arquitecto austriaco, conocido por ser el creador del lenguaje de patrones. Este escrito trata de aclarar la diferencia entre la ciudad árbol y no árbol (en el texto llamada semirretículo). El primero se refiere a aquellas ciudades ordenadas y organizadas artificialmente, mientras que el segundo es fruto de la espontaneidad, del paso del tiempo y de la superposición de funciones, o al menos de esta forma es  como lo he entendido.

La conclusión que obtengo del texto tras la lectura y posterior debate en clase, es que especialmente, el esquema árbol refleja en cierta manera la sociedad de hoy en día, desde temprana edad se nos educa para que nuestra vida esté determinada por una serie de patrones, al igual que en las ciudades árbol, hoy en día se están llevando a cabo numerosos proyectos de ciudades cuyo resultado son grandes urbanizaciones de edificios aislados del resto de la ciudad propiamente dicha, haciendo que las personas no se relacionen entre ellas, provocando un sociedad que a la larga sea infeliz.

Nos preguntamos por qué nos gustan los centros históricos de las ciudades, cuyo esquema es de no árbol, por qué en la actualidad no somos capaces de desarrollar barrios con esa vitalidad, esas ganas de habitar en ellos y, es porque esos barrios no son resultado de una ordenación preestablecida, de una serie de normas, sino que son fruto de la adición de funciones y viviendas que responden a una determinada necesidad y, éste ‘saco’ de funciones unas conviviendo entre ellas en una especie de caos, es lo que hace atractivos estos lugares, la convivencia, el roce con las personas, la sorpresa, no el aburrimiento de una ciudad árbol completamente ordenada.

Como en el texto se comenta, hay comunidades de ancianos que viven en residencias, aislados del resto de la población, y el resultado es que son infelices, la felicidad la encuentran cuidando de sus nietos, de una mascota, etc. , la introducción del caos a su vida, la sorpresa cada día y, en definitiva, esto es la ciudad no árbol, una ciudad romana en la que en la puerta de las viviendas hay mercados, hay ocio, hay vida y, debemos hacer un ejercicio de comprensión y quizás desaprendizaje de aquello que nos han inculcado desde que somos muy pequeños, lo cual es no tratar de ordenar todo para que no se mezclen las funciones, lo cual hace de una ciudad una ciudad no árbol, el caos.