05. Una ciudad igual pero totalmente distinta, Marta Ricat

Sabemos que en el futuro viviremos en ciudades porque es la única forma de preservar el resto de la Naturaleza, ya que, si nos extendemos por todo el territorio, mataremos lo que esté a nuestro alcance. Para el año 2050, al menos tres cuartas partes de la población mundial va a vivir en ciudades, fundamentalmente, porque el ser humano es un ser urbano y necesitamos vivir en sociedad para evolucionar. Y además, porque tenemos que liberar al resto de la naturaleza de la presión humana.

Ya hoy vemos cómo las ciudades están empezando a cambiar. Por ejemplo en el transporte. Éste va a cambiar tanto que es muy posible que en el centro de las ciudades no puedan circular coches particulares y que el transporte público sea lo único que exista. Una vez que tengamos el control del tráfico de la ciudad y de sus semáforos, todo va a ser mucho más sencillo y automatizado. No habrá atascos o, si los hay, se podrán solucionar de una forma más eficiente que ahora. Por otra parte, no sabemos si habrá o no vehículos voladores, pero sí es seguro que contaremos con vehículos autónomos.

05. La utopía, la ciudad y la máquina, Lewis Mumford

Es curioso ver cómo la idea de utopía que se tiene, influenciada por el cine y la ficción, es algo futurista, inalcanzable. En este texto, Lewis Mumford nos descubre que realmente las utopías se dan desde el comienzo de la sociedad urbana. Éstas aparecen por el deseo de crear una sociedad perfecta, una ciudad que funciona como una máquina, donde cada pieza (habitante) tiene una función preestablecida; adquiriendo de cierta forma una organización dictatorial. 

De la forma en que yo lo veo, las utopías pueden servir como un proceso de pensamiento en todos los aspectos. La idealización de una sociedad perfecta nos acercan a un mundo más tolerable con el otro: las ciudades y mansiones con las que sueña la gente son aquellas que finalmente habita. 

Cuanto más reacciona el hombre al entorno y lo reconfigura según el modelo humano, más demuestra claramente que continúa viviendo en la utopía. Sin embargo, cuando se abre una brecha entre el mundo cotidiano y el mundo de la utopía, nos damos cuenta de que la voluntad de la utopía ha jugado en nuestras vidas, percibimos nuestra utopía como una realidad separada.

05. UTOPIA, Tomas Moro

El emplazamiento, la topografía,  los accidentes geográficos y los límites, ayudan a construir un lugar perfectamente organizado, en el que las ciudades se suceden con los mismos elementos y características, y donde se desarrolla una sociedad estructurada e igualitaria, en la que cada ciudadano ejerce una función que hace avanzar al conjunto.

Este supuesto, en mi opinión, tiene luces y sombras: Por un lado, nos muestra la capacidad que puede tener el urbanismo para organizar la residencia, el trabajo y en general la vida de miles de personas pacíficamente y buscando el bienestar global. Sin embargo, creo que se olvida en gran parte del valor de la libertad humana, de las particularidades de cada sociedad y de cada lugar, que son fundamentales para desarrollar un  buen urbanismo.

La realidad es que esta utopía sería inalcanzable en la vida real, ya que debido al modo en el que se organiza nuestra sociedad, sería impensable establecer una ciudad en la que todo sea de uso compartido, así como eliminar las diferencias culturales entre una zona y otra. 

Si por definición una utopía es irrealizable, ¿para qué idearla? Las utopías nos dan paso a avanzar y dar una mirada positiva al futuro.