Desde mi punto de vista, el Arquitecto puede aportar a la ciudad grandes mejoras, debido a su formación y su capacidad de adaptación a las situaciones que se plantean en cada proyecto.

Cada ciudad presenta unas cualidades bien diferenciadas, las cuales sirven al Arquitecto como puntos de partida para su proyecto, como los habitantes, la cultura, o la forma de sociabilizarse. De esta manera, el Arquitecto es capaz de generar espacios pensados para el hombre, con la mayor comodidad posible para realizar sus actividades cotidianas.

El Arquitecto parte de una visión más global a la hora de proyectar de cero, y debido a sus conocimientos en distintas áreas, es capaz de tener en cuenta desde los detalles más generales, hasta los puntos más cercanos a la escala humana.

Su sensibilidad y conocimientos sobre historia le permiten diseñar una ciudad más humanizada, consciente de los errores del urbanismo pasado, o de sus aciertos, permitiendo a los ciudadanos experimentar de forma distinta espacios de diferente tipología, como la tranquilidad de un parque, o la agilidad de una avenida de negocios.

Y en el caso de ciudades preexistentes, el Arquitecto sabe apreciar las posibles mejoras, y por medio de la rehabilitación, puede partir de espacios desarticulados o incoherentes para convertirlos en lugares que faciliten la integración social y la vida de los que transitan y descansan en sus calles.