¿QUE PUEDE APORTAR EL ARQUITECTO A LA CIUDAD AHORA?

Por Miguel Jiménez Casquet

 

Durante 5 años o algunos más, venimos a la Escuela de Arquitectura, bien sea caminando, en transporte público o de cualquiera de las maneras. En definitiva, experimentamos nosotros mismos el tejido urbano. Y hasta llegamos a decir: "Que mal planteado está este barrio" o incluso "¡Vaya con el arquitecto! Pero ahora somos el otro bando, de "los malos". Como arquitectos, o futuros arquitectos, debemos empezar a tratar cuestiones fuera del proyecto increíble de centro polivalente que tanto gusta.

En un tejido urbano sobreexplotado que surge de una ordenación irracional y que se ha visto ampliado por los años con el mismo patrón, quizás en algunas ocasiones con un intento de ordenación, pero muchas fracasado; un tejido y una trama alimentada más que por la arquitectura por la economía, emergida y sumergida, donde respondemos ante promotores y constructores con construcciones megalómanas y masivas que crean espacios monótonos de interés ninguno.

En este punto, el arquitecto debe responder con visión casi clínica y pulso quirúrgico. No son necesarias torres de 80 plantas o inmensos pabellones...solo un cuidado minucioso que haga que verdaderamente apetezca vivir una ciudad. El arquitecto aportara luz, claridad y orden allí donde se necesite, y rincones donde perderse cuando perderse signifique encontrar nuestro lugar.

No poseemos el poder. No poseemos el dinero. No tomamos las decisiones. Ponemos al servicio de la ciudad y del ciudadano toda nuestra capacidad, nuestra formación y nuestra valía para conseguir que nuestro trabajo pase desapercibido. ¿Qué puede aportar un arquitecto a la ciudad? Seguramente, uno de los mejores trabajos que aporte será el que no se perciba. Si conseguimos que cualquiera de las intervenciones que realicemos en la ciudad haga que el ciudadano quiera vivirla: no que se nos reconozca ni que se nos premie,  que se viva. Entonces, ese habrá sido nuestra mejor aportación.