Recién entrados en el s. XXI presenciamos los problemas, tanto políticos como sociales, de la falta de planificación en el planteamiento del tejido urbano.

                Las grandes operaciones inmobiliarias que "domestican" extensas zonas de un gran valor ecológico no hacen sino poner de manifiesto la incapacidad de gente no cualificada para liderar estas operaciones. Aunque es cierto que éstas actividades son desarrolladas por gente a priori cualificada, los resultados muestran una total falta de respeto hacia el entorno y una motivación de carácter económico, lo que apoya a hipótesis de un cambio de mentalidad en la forma de hacer Arquitectura y Urbanismo.

                A lo largo de la historia el crecimiento de las ciudades venía determinado por la necesidad de sus habitantes, y eran éstos mismos los que llevaban a cabo tal crecimiento. Debido al carácter artesanal de estas arquitecturas la ciudad crecía sobre la base del sentido común, dando lugar a resultados que sorprenden por la belleza de lo sencillo.

                Sin embargo,cuando las ciudades alcanzan un nivel de población que hace necesaria una organización más compleja, surgen figuras que se dedican a dar respuesta a los problemas de la sociedad. La especialización es necesaria en este sentido, y ahí entran en juego los arquitectos-urbanistas, como las personas capaces de entender las necesidades de la gente como conjunto de personas que necesitan espacios públicos, zonas residenciales, etc.

                Partiendo de los planes de urbanismo, que regulan cada zona de la ciudad para no producir ruptura entre edificios, los arquitectos-urbanistas tienen que ser capaces de crear lugares, entornos , espacios que aparte de funcionar para las personas sean capaces de transmitir sensaciones, es decir, buscar la forma de que un espacio sea funcional a la vez que bello.

                Huyendo de la forma constructiva que se viene dando en estos últimos años en los que interesan "viviendas" más que "casas" y que crean tejidos urbanos artificiales y monótonos, los arquitectos-urbanistas deben aportar una visión de la ciudad como interacción social, en la que los espacios de tránsito y los espacios de descanso se interrelacionen  y conecten con los edificios que responden a las distintas necesidades de un colectivo, de una forma dinámica y natural.

En resumen, el arquitecto-urbanista es la persona que debe aportar unas cualidades que tengan en cuenta la ciudad como organismo vivo habitado por ciudadanos y llevado a cabo para ciudadanos.