Mi grupo de debate dió argumentos a favor de la importancia del arquitecto para la construcción de una ciudad, pero no resultó tan sencillo como esperábamos defender la existencia de los arquitectos.

¿Será el arquitecto una figura innecesaria que se ha impuesto a la sociedad?

Esta idea la defendió el grupo de debate contrario. Algunos de sus argumentos resultaron muy interesantes como la propuesta de que una comunidad de habitantes se pudiera encargar de la construcción de edificios, quizás con mejores resultados que un arquitecto ya que los autóctonos de un lugar tendrían más conocimiento de las necesidades de su localidad.

También destacaron algunos sucesos negativos que han ocurrido en España en los últimos años como los casos de la burbuja inmobiliaria, la urbanización masiva en zonas protegidas o la destrucción de patrimonio.

Otros argumentos en contra se referían a la falta de sensibilidad y escasa cercanía a los problemas  de la gente que han mostrado algunos arquitectos como el caso de Le Corbusier o aquellos que se han dedicado más bien a proyectar villas sin implicarse demasiado en proyectos de viviendas sociales para las clases más bajas.

Me sorprendió la “alegoría” del arquitecto como un tirano, el cual construye lo que desea sin consenso ciudadano. Pienso que la figura del arquitecto no está pensada en absoluto para imponer construcción sino que el mal funcionamiento en ese aspecto debería tener una supervisión por parte de los ciudadanos o políticos.

Nuestros argumentos a favor del arquitecto fueron: la educación humanista en ciencias y letras que recibe y que por tanto debería dotarle de una cierta sensibilidad ante los problemas sociales, la objetividad al proyectar pues no construye para su interés propio como podrían hacer las personas de la localidad y el equilibrio que aporta a la ciudad al construir edificios de todos tipos de usos.

Como conclusión del debate defiendo la labor de los arquitectos como figuras reguladoras para que haya un equilibrio en la ciudad, ya que una comunidad de habitantes no tendría nociones de construcción ni sensibilidad con el paisaje. Respecto a la corrupción, el arquitecto es humano y como tal podría caer en la avaricia o ser desinteresado y buscar el bien común, pero eso sucede en todas las profesiones ya que forma parte de la naturaleza humana, no por ello debemos prescindir de los arquitectos.