La dura crítica que realiza Koolhaas en su artículo es una respuesta a la nueva concepción de ciudad que poco a poco se está introduciendo como algo negativo en la mente de los habitantes, que cada vez más acostumbrados a ello, se resignan a vivir con lo que les toca. 

Koolhaas hace un llamamiento a un cambio de mentalidad proponiendo un inconformismo ante una situación cada vez más próxima a la desaparición del urbanismo, y por tanto cada vez más próxima a la desaparición de la ciudad. Las ciudades crecen de forma natural y desenfrenada proponiendo soluciones para unos y creando economía para otros, soluciones rápidas e impulsivas que a la larga hacen perder al ciudadano. Nuestra ciudad es nuestro día a día y el ser humano, como animal social, necesita una continua comunicación con su entorno. Si no se cuida esta relación, únicamente por el interés de impulsar un crecimiento rápido, estaremos construyendo un castillo de naipes que antes  o temprano caerá. 

La arquitectura, concepto que a día de hoy se ha desvinculado del urbanismo se alimenta de él, agobiándolo tras un telón de intereses económicos y estéticos escondidos en falsas metáforas, dando como resultado a elementos aislados. Koolhaas hace una clara separación entre éstos dos términos, los cuales irónicamente concibe como estrechamente ligados. ¿Dónde han quedado hoy los experimentos de las "Siedlungs", las "New Towns", Atelier 5 o las propuestas de Archigram? Obras en las que urbanismo y arquitectura convivían apoyándose el uno en el otro para crear algo grande y sin necesidad de pisarse entre ellos.  

El siglo XXI y el capitalismo más agresivo nos impulsan continuamente hacia un futuro fugaz que llegue cuanto antes, sin dejarnos tiempo para reflexionar sobre qué estamos haciendo. Nos faltan ideas, y como Koolhaas insinúa, una nueva mentalidad como ciudadanos. No necesitamos megalópolis que crezcan en el desierto a partir de una escuadra y un cartabón ni tampoco llevar al extremo la modernización. Estamos aquí como fruto de la historia, siendo la única que nos avisa para que no volvamos a cometer los errores del pasado. La verdadera modernización es la que parte de un diálogo fluído con la historia, la que es capaz de aunar dos términos completamente dispares y que sin embargo encajen en simbiosis. Puede que sea entonces, cuando arquitectos y urbanistas, encuentren juntos la cura para la ciudad.  

Fotografía: Cabina londinese, obra del artista callejero Bansky