No hace mucho la complejidad de movimiento en una ciudad se reducía a los viandantes y a los carromatos. Las calles soportaban independientemente a un medio de transporte o a otro, sin necesidad de separarlos o de distinguir las zonas por las que cada uno debía circular.

      Ahora todo es diferente. Los medio de transporten que abarrotan nuestras calles son múltiples, a la vez que diferentes, y la densidad de estos es mucho mayor que antes. Es por esto que se ha creado alrededor de la calle este debate. ¿Qué función debe tener la calle?

Como señala Ascher, hay tres maneras principales.

-entendiendo la calle como un cauce de flujos que se ordenan según las características de la calle y los espacio que une.

-entendiendo la calle como una multitud de flujos que se ordenan en su interior y que obedecen a una estructura multifuncional.

      Luego de estos dos extremos, observamos que hay muchos puntos de encuentro entre estas dos formas, maneras variadas de ganar la calle que mezclan y que incorporan la cultura y lo social a cada una de las ciudades donde sucede

-entendiendo la calle como el lugar donde la gente se encuentra, donde vive la ciudad y se genera urbanidad.

      En las ciudades en las que he estado, he percibido que la diferenciación de flujos que se establece en muchas ciudades funciona muy bien. Esta diferenciación siempre es sutil. Es decir, según las zonas de la ciudad en las que se esté se mezclan más o menos. Se me viene a la cabeza Lisboa. Una ciudad en la que existen grandes canalizadores de tráfico en las afueras, con grandes autovías donde el tren hace de medianera y hay grandes puentes cada km para que los peatonas crucen de un lado a otro de los espacios creados para éstos en los extremos de estas grandes calles, y donde luego, en el centro, el chiado, el barrio viejo, el tranvía, las personas y a veces lo coches forman parte del mismo viário, donde las plazas y las calles tienen un carácter peatonal muy importante.