Estamos acostumbrados a que todos los espacios tengan que ser de una determinada manera. Desde siempre la sociedad nos ha impuesto una serie de pautas a seguir, de las que no solemos salir, ni imaginarnos si quiera algo posible fuera de ellas.

Las necesidades van cambiando, y cada vez es más difícil atenderlas: la arquitectura se vuelve superficial y se tiende a buscar soluciones únicamente estéticas que lejos están de cubrir los requerimientos humanos para una determinada zona, lugar o espacio concreto. Solemos ir a lo fácil, a lo directo. Pretendemos colocar viviendas adosadas por norma en el centro de la ciudad, cuando posiblemente colocar más viviendas no sería necesario, y lo útil serían intervenciones a menor escala; pequeños gestos que solucionen grandes problemas.

De esta manera, los espacios públicos se vuelven incómodos y extraños, es por eso que Kevin Lynch propone una planificación diferente, basándose en la importancia del entorno y en las exigencias de los usuarios como primera preocupación.

Un mayor conocimiento global sobre el proyecto, teniendo en cuenta flujos,  densidades, vías, recorridos, zonas públicas, culturales, de ocio, impacto visual.. con un correcto planteamiento y su aprovechamiento de recursos con una base bien fundamentada hará mejorar con creces las decisiones que vayan a tomarse, tanto para nosotros como para el lugar.