-“¿Cómo explicar la paradoja de una profesión, la del urbanista, que ha desaparecido en el momento en que está a punto de darse la completa urbanización del territorio?”- Se pregunta Rem Koolhaas al  principio del artículo.

 Durante las últimas décadas la concepción de modernidad y modernización que se tenía en un principio, la idea de cambiar cantidad por calidad mediante la abstracción y repetición de modelos, ha sido lo que nos ha llevado a la urbanización generalizada y al descontento con la ciudad contemporánea. Hoy día aún culpamos a otros de la decadencia de la ciudad, sin darnos cuenta de que nosotros solos hemos ido destruyéndola con nuestros ansiados deseos utópicos.

Sin embargo, en los últimos años parece que una parte de la población se ha dado cuenta de que se debe cambiar esta situación, no siguiendo con la construcción de más y más espacios y edificios, sino remodelándolos y habilitándolos para una mejor calidad de vida de los ciudadanos. Se deben proponer más espacios verdes, más edificaciones abiertas al paisaje, mejores líneas de transporte y mejores servicios. Debe acabarse la construcción masiva de centros comerciales que atraen a la compra compulsiva a millones de personas que gastan días y días dentro de ellos en lugar de pasear y descubrir su ciudad, las edificaciones sin apenas iluminación y ventilación que hacen que las personas vivan como encarceladas donde se supone que es su lugar de descanso. De este modo debe tenerse en cuenta que todo lo que se construya tendrá repercusiones en la psicología y pensamiento de quienes las utilicen, no solo en el presente, sino en futuras generaciones, las cuales deberán ir a su vez reinventando nuevos espacios y construcciones, arriesgando y apostando por una mejora de la ciudad.