El eje como elemento de transición y comunicación principal dentro de la ciudad crea avenidas que dan unión a la ciudad en cierto modo, pues también, en ocasiones, significan una ruptura en estratos (barrios) que pueden quedar separados o disgregados, pues pierden en ocasiones accesibilidad.

Estoy de acuerdo en que los ejes como elemento lineal suponen un alivio para la congestión de la ciudad y a nivel paisajístico abren el espacio con puntos focales que hacen dirigir la mirada hacia el infinito, pero si un eje es tan extenso que pierde la consonancia con el espacio que ocupa pueda crear desorientación y una experiencia monótona al viandante.

Ya desde la antigua civilización Romana se utilizaban los ejes para dividir el territorio (Cardus y Decumanus), si bien esta planificación espacial facilita enormemente la disposición de todos los elementos en la ciudad, puede generar otros problemas como ya hemos citado antes. Podemos pensar en estos ejes como una solución fácil a una distribución compleja, pero podríamos combinar un eje principal con otros elementos transversales o diagonales, siempre tomando un planteamiento basado en una ciudad concreta, en una historia, en una esencia…

Una plaza, un núcleo de circulación peatonal, calles cruzadas o recorridos sinuosos que recorren y sortean sin destrucción la naturaleza, el entorno; un gran eje necesita de elementos característicos que le den conformidad, pues si no podría suponer un espacio inseguro, incierto.